
Aira, que es también un gran razonador aficionado a la filosofía (“Il rest, que, pour moi, la philosophie est un hobbie. Elle constitue l’essentiel de mes lectures”), ha inventado por fin una ficción compleja ajena al desciframiento y la pedagogía, una ficción que convoca nuevos lectores, cisnes tenebrosos, escribas satisfechos y pedantes tal vez, pero tal vez también inciertos creadores de una máquina parecida a la máquina de respirar que Duval imagina en el desierto de Ema, la cautiva, una máquina imprescindible para restablecer la felicidad de pensar y leer, el escenario de la escritura pensamiento. No para ser más sabios, más preocupados, más autoritarios sino para pensar respirar-mejor.
"Mil tazas de té" p.58