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Observando la vida cotidiana se descrubre cómo uno de sus elementos
fundamentales es la tensión existente entre la trivialidad y la
intensidad. Intentando "dar un sentido más puro a las palabras de la
tribu", en expresión de Mallarmé, cabe proponer la figura del orgiasmo como modelo específico de tal tensión. La palabra orgía
remite, sin duda, al desenfreno de los sentidos; pero este desenfreno
tiene, y no por azar, un origen sagrado. En efecto, la exaltación, el
frenesí son fenómenos primordialmente colectivos. Y paralela a la
circulación de la palabra y la circulación de los bienes existe lo que
se puede denominar circulación del sexo. El orgiasmo, explícito o latente, es un elemento estructural de la socialidad, de lo divino social. En este sentido, interesa al sociólogo, porque lo decisivo en la religio es el hecho de existir juntos.
Es indudable que la moda, la cultura, la subcultura o la contracultura, el absentismo político, el sexo vagabundo, la importancia otorgada a las fiestas gastronómicas, el resurgir de los valores arcaicos, todo esto constituye otros tantos indicios de la pérdida del individualismo y de lo social, para transformarse en algo mucho más indefinido. Utilizando una imagen gráfica, cabe afirmar que el cuerpo, que hasta ahora ha sido una herramienta de producción, tiende a ingresar en un orden amoroso. Rebelión del cuerpo, rebelión del mundo fantástico..