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En “El diario de Stefan Czarniecki”, un profesor de historia y literatura, un vejete tranquilo y bastante inofensivo animaba a los alumnos con comentarios patrióticos. “Los polacos, señores míos, han sido siempre perezosos, sin embargo, la pereza es siempre compañera del genio. Los polacos han sido siempre valientes y perezosos ¡Magnífico pueblo, el pueblo polaco! (...) Los polacos han sido siempre holgazanes y desobligados, pero las suecas, las danesas, las francesas y las alemanas pierden la cabeza por nosotros, sin embargo, nosotros preferimos a las polacas. ¿No es acaso famosa en el mundo entero la belleza de la mujer polaca?” Contar tonterías constituía en la época de su juventud una de las ocupaciones que más absorbía a Gombrowicz pero nunca se censuró esta actividad idiota.