miércoles, 28 de octubre de 2009





No quedaban muchas y era compresible que ella tratara de ocultar su condición para no correr riesgos. Entre ellos no había ni siquiera mujeres mayores. Eran tan pocas que el Estado las acaparaba para asegurar el futuro de la especie. Las escasas mujeres en libertad corrían riesgos extremos, como ser adaptadas o ser víctimas de ingenuos crímenes pasionales. Aunque matar a una mujer era mucho más grave que matar a un humano y estaba sancionado con pena de muerte, cualquier hombre, en cuanto poseía una, se tomaba el derecho a asesinarla por temor a la humillación. Como nunca, pesaba sobre nosotros la vergüenza de ser hombres. He aquí por qué ellos, a pesar de no reproducirse y estar destinados a la extinción, parecían cada vez más.

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Nunca habían sentido realmente lo que significaba sobrar en el mundo.

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["Parte doméstico"]