domingo, 18 de julio de 2010

Del genio al puto: un paso que ni hace falta dar




Durante siglos, la homosexualidad se consideró como un hecho extraño a la estructura objetiva de la realidad. El mundo se ajustaba a unas ciertas leyes metafísicas, antropológicas y morales. Y tales leyes componían el orden del universo, el dharma eterno de los hindúes, la ley natural de los medievales. Ahora bien: al menos desde Kant, la filosofía del Occidente moderno ha tendido históricamente a afirmar cada vez más la subjetividad del individuo y a negar la existencia de esas supuestas “leyes objetivas” de lo real. Esta es la raíz filosófica del individualismo moderno. Y la preferencia moderna por lo homosexual sería una consecuencia particular de la opción filosófica a favor del reinado del individuo: el sujeto occidental moderno, en nombre de la diosa Libertad, pasa a prevalecer sobre las leyes ontológicas que hasta entonces lo limitaban. Y una de ellas era la ley de la heterosexualidad.