En la controversia
moderna ha surgido una imbécil costumbre de decir que tal y cual creencia puede
ser sostenida en una época, pero no en otra. Se nos dice que algún dogma fue
creíble en el siglo XII e increíble en el XX. Lo mismo sería decir que cierta
filosofía puede ser creída en lunes, pero no puede ser creída en viernes. Lo
mismo sería decir que un aspecto del cosmos era conveniente hasta las tres y
media, pero inconveniente hasta las cuatro y media. Lo que puede creer un
hombre depende de su filosofía y no del reloj o del siglo. Si un hombre cree en
una ley natural inalterable, no puede creer en ningún milagro de ninguna época.
Si un hombre cree en una voluntad anterior a la ley, puede creer en cualquier
milagro de cualquier época. Supongamos, en bien del argumento, que nos
halláramos frente al caso de una curación milagrosa. Un materialista del siglo
XII, no la creería más que un materialista del siglo XX. Pero un científico
cristiano del siglo XX la creería como un cristiano del siglo XII. Es cuestión
simplemente de la teoría de cada hombre sobre las cosas. Por consiguiente,
tratándose de cualquier contestación histórica, el punto no es si fue dada en
nuestro tiempo, sino si fue dada en respuesta a nuestra pregunta. Y cuanto más
pensé en cómo y cuándo apareció el Cristianismo en el mundo, más sentí que
había venido a responder a esta
interrogación.
La última filóloga
Hace 4 horas