domingo, 3 de marzo de 2013

Como bien se sabe, Ramón era un desastre como novelista. Su necesidad de hacer ramonismo en todo lo que hacía, de no poder quitarse de en medio nunca, le impedía explorar nada con la suficiente sustancia narrativa como para llegar a alguna parte que no fuera, precisamente, el punto del que partía: el ramonismo. Por eso sus cuentos son mejores que sus novelas, y sus microrelatos mejores que sus cuentos y sus aforismos mejores que sus microrelatos. El propio Ramón no supo explotar -narrativamente- su descubrimiento (él llamaba invento a la greguería, y le buscó un árbol genealógico y rastreó greguerías en la Antigüedad, pero en realidad fue un descubrimiento: quiero decir, la greguería ya estaba allí, y lo que venía a decir fundamentalmente es: todo es poético, hay poesía en todas partes, no hay otra cosa en el mundo que poesía, aplicad una lente de aumento sobre la superficie de las cosas y veréis que las cosas dicen cosas distintas y maravillosas).