miércoles, 15 de enero de 2014

[Hasta Quintín tiene razón]

Nunca entenderé por qué eso irrita tanto. Por supuesto que un lector puede cansarse de leerlo, como puede cansarse de Proust o de Agatha Christie porque siempre hacen lo mismo. Lo incomprensible del texto de Lo Presti es el uso abusivo de la primera persona del plural; esa afirmación de que Aira “fuerza una hostilidad” que es solo la que siente Lo Presti en singular. Es absurda la pregunta por si “debemos seguir leyendo”, como si su palabra de crítico representara un punto de vista colectivo, el de un tribunal de la impaciencia que dictamina sobre cuestiones que no admiten otro veredicto que el de la preferencia individual. Es obvio que nada obliga a Lo Presti a leer a Aira, pero es incomprensible que haga proselitismo de su frivolidad simulando encarnar el superyó de los lectores. Ese superyó que presupone una afiliación generacional y una urgencia por consumar su pequeña guerra del cerdo que podría resumirse en una pancarta que dijera “Aira, nos tenés podridos”.